«No sabemos qué hacer. Los muchachos del barrio y de la zona han arrancado parte de la zaranda perimetral y un portón. Entran y salen de la cancha como y cuando quieren y así tienen acceso a toda la escuela. Vienen a jugar a la pelota, se sientan en las gradas a fumar porros y consumir, y si les reclamamos nos desafían y amenazan. No sabemos a qué nos enfrentamos, si acá adentro trabaja una banda narco o qué es lo que pasa», comentó a El Ancasti un grupo de docentes de la Escuela N°50 barrio Apolo, ubicada en la zona oeste de la Ciudad.
Es que desde hace tiempo la institución viene siendo noticia porque en sus instalaciones se encontraron ansiolíticos -como sucedió en la tarde del martes y mañana del miércoles-, o porque alumnas consumieron estupefacientes y debieron ser trasladadas al Hospital de Niños para luego ser puestas a disposición de la Dirección de Infancia y Adolescencia. En este marco, aseguraron que a pesar de los continuos reclamos efectuados a la Dirección de Infraestructura Escolar y a Obras Públicas para que se repare el cerramiento perimetral de la escuela, las soluciones no llegan, y consideraron que Educación «no tiene interés en ver lo que está pasando en la escuela. Tenemos miedo», agregaron. Informaron que en varias oportunidades robaron motos del interior del colegio, que desde las calles colindantes apedrean los vidrios de las ventanas de aulas y que hasta les roban partes de la instalación eléctrica.
Aseguraron que el edificio, al que concurren más de 600 alumnos en tres turnos, no cuenta con personal de seguridad privada ni policial.
«Los profesores de Educación Física están desesperados porque mientras los alumnos hacen sus ejercicios hay gente que no pertenece a la escuela sentada en las gradas observando y eso no puede ser. Al final, apenas sí podemos educar a los chicos porque además acá tenemos alumnos de 13 y 18 años en una misma aula, judicializados, con problemas de adicción y otras cosas que complejizan en extremo la tarea del docente», señalaron.
Finalmente, pidieron mantener en reserva sus nombres por temor a represalias por parte de Educación y de «la gente que nos está molestando».
